Mucho tiempo fuí culebra de agua
blanca-plata psicodélica y vertiginosa,
salí del río y sucedió que no sabía escuchar,
acostumbrada a la soledad y al vacío del interior del agua.
Agua en movimiento, vehículo de reflexión, talisman para la serenidad.
Nunca imaginé la potencia de los árboles cuando estaba dentro,
repté hasta la copa y me fundí con la madera en estado puro.
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